Estoy
absolutamente consternado. No hace demasiado viajé a Barcelona y me
paseé por sus calles. Había lazos de color amarillo, la gente los
usaba. Y bufandas, también de color amarillo, y jerseys y camisetas
y gorros y... Alzabas la mirada y veías el color amarillo por todos
lados: en los balcones, en las farolas, en los carteles, en los
puentes, en los árboles de Navidad...
Y
de pronto me llegan noticias de que unos no paran de interponer
denuncias, mientras la guardia civil, los mossos de esquadra y otros
se pasean por las calles, por los pueblos y por las ciudades para
ordenar que retiren el color amarillo de los campos, de los balcones,
de los puentes, de los árboles de Navidad, de todas partes. Y todo
por orden de la autoridad. Incluso han hecho retirar las botellas
amarillas de unos campos que servían per cazar los insectos que
atacan a las cosechas. Hasta este punto han llegado.
¿Acaso
habéis perdido el juicio? Es decir: a partir de ahora en Catalunya
ya no existe el color amarillo. ¡Ah!
Eso
significa que tras la lluvia aparecerá un arco iris de seis colores,
en lugar de siete.
Eso
significa que las margaritas han sido erradicadas de Catalunya.
Eso
significa que todos los coches de color amarillo no pueden circular
ni por la calle ni por las carreteras de Catalunya.
Eso
significa, por lo tanto, que los taxis de Barcelona tienen que
prohibirse.
Eso
significa que la bandera española, a partir de ahora cuando ondee en
Catalunya, será “roja y...” algo más. Pero nunca gualda. Porque
el color gualda es amarillo dorado. Pero es amarillo, al fin y a la
postre. ¿Verdad?
Eso
significa que todas las hierbas y flores del campo que sean
amarillas, en Catalunya tendrán que desaparecer o cambiar de color.
Por imperativo legal, naturalmente.
Eso
significa que Catalunya incrementará el turismo hasta tal extremo
que no cabrá ni un alfiler. ¿Quién quiere perderse el espectáculo
único que representa contemplar el astro rey, nuestro amado sol que
nos alumbra y nos calienta desde lo más alto del firmamento, de
pronto pintado de verde o de rojo o de azul o... ¿Qué color
escogerán los que tienen la autoridad para decidir?
Me
perdonaréis, pero me río de todos los... (no sé cómo
calificarlos)... que ya no saben qué hacer ante un símbolo que ya
es tan fuerte que los asusta hasta el extremo de querer lograr que
desaparezca un color del arco iris.
En
una campaña electoral cada contendiente escoge su color, su motivo,
su frase, su lema y su discurso. Si las circunstancias favorecen a
algún grupo, o a más de uno, y les permite aprovecharse de un
color, de un olor, de una idea o de lo que sea, ¿quién eres tú
para decir que no es válido, como cuando éramos criaturas y
jugábamos en el patio de la escuela?
Habéis
(quien sea que toma estas decisiones) llegado a un extremo de locura
y cerrazón tan grande que podría darme risa, pero me da pena y
hasta miedo. ¿Qué no seréis capaces de hacer, si pretendéis
eliminar por decreto un color del universo?
Cuando
menos, me gustaría que hicieseis un referendum para determinar qué
color es el escogido mayoritariament para pintar el sol. Sería todo
un detalle de democracia. ¿No es así?
A
ver si la fortuna me sonríe y, de una vez por todas, me planto ante
el espejo, me miro fijamente a los ojos y me digo muy convencido:
Abre los ojos y despierta.
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