jueves, 24 de noviembre de 2011

Quo vadis literatura?

Hoy han terminado las jornadas literarias de Escaldes-Engordany. Durante cuatro días se han planteado temas de todo tipo relacionados con el mundo de la literatura. Hemos participado escritores, editores, libreros y lectores.
Ha sido muy enriquecedor, hemos podido escuchar opiniones y contemplar el mundo literario desde diferentes ángulos y puntos de vista.
Un aspecto ha ocupado una buena parte del tiempo y ha planeado sobre todos los demás: el papel de las nuevas tecnologías en el universo literario.
La conclusión es que la tecnología, libros electrónicos, redes sociales, etc..., están cambiando todo el panorama. Incluso se puede hablar de una revolución parecida al momento en que apareció la imprenta.
Antes de la imprenta no existía la figura del librero, tal como lo conocemos ahora. Después de la aparición del libro electrónico, la pregunta es si el librero seguirá siendo el mismo. ¿Qué sucederá con el editor tradicional? ¿Qué pasará con los distribuidores? ¿Será más estrecha la relación entre escritor y lector? ¿Quizás más directa, más personal?
Nadie tiene la bola de cristal que nos indique el futuro, pero no hay duda de que será diferente, aunque nos resistamos a canviar.
Hace años dije que la gran evolución del ser humano vendría de la mano de la tecnología. Así está resultando. Ella nos marca un camino, que nos cuesta seguir y aceptar. Sin embargo, el futuro está ahí, a la vuelta de la esquina. Aquellos que lo aceptemos y lo consigamos digerirlo, seguiremos la senda del futuro. Los que no, no sé que sucederá.
La literatura, como todo lo que está apareciendo, abrirá sus puertas para llegar a cualquier público. La libertad de expresión alcanzará su máxima expresión (valga la redundancia), a menos que esa misma tecnología, al servicio de quien desea mandar, ponga fronteras. En muchas partes ya lo están intentando.
Deseo fervientemente que nadie consiga frenar lo que se avecina, que nadie se haga con el cetro del poder y que la tecnología haga realidad el sueño de la libertad. ¡Falta nos hace! Sobretodo en ciertas latitudes.
Para ello es necesario que abramos los ojos y despertemos, para no volver a cerrarlos nunca más.

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